domingo, 5 de abril de 2009

EL MONOLOGO MUDO

El cine ha hecho posible lo que podríamos dar a llamar: el monólogo mudo, en el que los gestos expresan, mediante los más leves movimientos, los matices que no molestan al espectador porque le parecen naturales. A través de ellas habla el solitario espíritu del hombre, más sincero más libre, más inconciente, con menos inhibiciones que en cualquier monólogo hablado. El hombre no puede sofocar ni dominar el lenguaje mímico del rostro. Por más disciplinado y hábil para la simulación que sea el rostro del hombre, un primer plano hará ver con claridad que, tras su expresión característica, hay algo oculto, hará ver que miente. También la mentira tiene una mímica propia. Es mucho más fácil mentir con palabras...y esto lo confirma el cine. De ahí que los verdaderos buenos actores, hábiles de naturalidad, pueden realizar interpretaciones dignas de verdaderos monólogos mudos, talvez con el simple levantamiento de una ceja. En el primer plano cerrado, el espectador puede llegar al fondo del alma del personaje, advirtiendo los más delicados matices de ese rostro y sus sentimientos. En la película “LA CÁMARA OSCURA” de la directora: María Victoria Menis, podemos ver perfectamente el buen y maravilloso manejo del monologo mudo, donde Gertrudis (la protagonista) trasmite perfectamente su calidad de invisible a lo largo del film.


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