domingo, 29 de julio de 2012

EL MÁS GRAVE OLVIDO DE LA CIENCIA

El cine es, como todos sabemos, el único arte cuyo nacimiento hemos podido presenciar. Los comienzos de todas las otras artes se pierden en la bruma de las épocas prehistóricas, los mitos simbólicos que relatan su aparición no arrojan luz sobre el misterio del por qué y el cómo nacieron. No nos dicen porqué nacieron de éste y no de otro modo esas artes, que constituyen la forma más importante de manifestarse del hombre en el mundo. No existen restos ni obras históricas que puedan aclararnos el papel que el arte, en sus principios, jugaba en la sociedad prehistórica. No conocemos la condición social y económica en que surgieron tales artes ni el estado de la conciencia humana que les dio origen. Ningún método seguro de investigación científica, ni siquiera el marxismo, puede ser empleado en este caso debido a la ausencia de hechos comprobados. Los estudios trabajan esencialmente con hipótesis y mediante audaces especulaciones. Hace solo un poco más de un siglo cuando nació este nuevo arte. ¿Qué han hecho las academias? ¿Crearon acaso centros de investigación? ¿Siguieron paso a paso el desarrollo del recién nacido, extrayendo de sus movimientos las leyes que regulan su vida? Es la primera vez que se les presenta la posibilidad de observar directamente uno de los más extraordinarios acontecimientos de la historia de la cultura: el nacimiento de una nueva forma de expresión artística. La forma de expresión del único arte nacido en nuestra época, en nuestro sistema social, cuyas raíces materiales y espirituales conocemos. Hubiera beneficiado a la ciencia aprovechando ésta maravillosa oportunidad, aunque sólo fuera porque el conocimiento directo de la historia de la evolución y de la vida de un nuevo arte, habría dado la clave de muchos secretos de las artes antiguas.

LOS ORIGENES DEL CINE

En los comienzos del cine, lo digno de verse en una proyección no podía ser definido como arte cinematográfico. En marzo de 1895, en Francia, los hermanos Lumière terminaron la construcción de la primera cámara filmadora, pero los nuevos medios expresivos del cine nacieron sólo diez o doce años más tarde, en los Estados Unidos. Es decir que un poco más de una década la técnica cinematográfica reposó en manos de los industriales que colaboraron con el gran capital y sin embargo el cine francés no desarrollo forma de expresión alguna del nuevo arte. El arte cinematográfico no surgió automáticamente con la cámara francesa. No surgió tampoco como consecuencia mecánica de las leyes generales de la visión. Son otras las fuerzas que dieron origen al nuevo arte y no es casualidad que su acción se manifestara en los Estados Unidos. La técnica cinematográfica se estructuró a comienzos del siglo veinte. Precisamente en la época en que otras manifestaciones intelectuales comenzaban a ingresar en el proceso de producción de la gran industria. Surgían en aquel entonces, las grandes editoriales, los magnates empresarios de espectáculos y el gran comercio de obras de arte. La gran industrialización de las creaciones espirituales no comenzó con el cine, pero el cine se amoldó perfectamente a ese movimiento general.

UN ROSTRO AL DESNUDO

Como realizador y guionista de ficción, uno puede plasmar infinitas ideas, conceptos, podemos recrear situaciones de verdadera intensidad dramática, podemos describir olores y tristezas que recreen historias, para más tarde verlas reflejadas en el film, pero al momento de llevarlas a la practica: el rodaje, todo ese mundo que estaba en nuestra mente, traspasado luego a un guión, deja de ser tan nuestro al momento de delegarlo a los actores. En ellos ponemos toda nuestra obra creativa y gracias a su sensibilidad, nuestros trabajos pueden quedar plasmados visualmente. Sin ellos el cine de ficción no sería posible, por esa razón, mi homenaje es, a mi criterio, a uno de los más grandes intérpretes: Charles Chaplin, quien supo llevar sobre su piel toda esa sensibilidad de artista, no quise reflejar su imagen cubierta de un personaje, sino mostrarlo simplemente en esa desnudez de cuerpo y alma, como lo era de manera tangible.