El cine es, como todos sabemos, el único arte cuyo nacimiento hemos podido presenciar. Los comienzos de todas las otras artes
se pierden en la bruma de las épocas prehistóricas, los mitos simbólicos que
relatan su aparición no arrojan luz sobre el misterio del por qué y el cómo
nacieron. No nos dicen porqué nacieron de éste y no de otro modo esas artes,
que constituyen la forma más importante de manifestarse del hombre en el mundo.
No existen restos ni obras históricas que puedan aclararnos el papel que el
arte, en sus principios, jugaba en la sociedad prehistórica. No conocemos la
condición social y económica en que surgieron tales artes ni el estado de la
conciencia humana que les dio origen. Ningún método seguro de investigación
científica, ni siquiera el marxismo, puede ser empleado en este caso debido a
la ausencia de hechos comprobados. Los estudios trabajan esencialmente con
hipótesis y mediante audaces especulaciones. Hace solo un poco más de un siglo
cuando nació este nuevo arte. ¿Qué han hecho las academias? ¿Crearon acaso
centros de investigación? ¿Siguieron paso a paso el desarrollo del recién
nacido, extrayendo de sus movimientos las leyes que regulan su vida? Es la
primera vez que se les presenta la posibilidad de observar directamente uno de
los más extraordinarios acontecimientos de la historia de la cultura: el
nacimiento de una nueva forma de expresión artística. La forma de expresión del
único arte nacido en nuestra época, en nuestro sistema social, cuyas raíces
materiales y espirituales conocemos. Hubiera beneficiado a la ciencia
aprovechando ésta maravillosa oportunidad, aunque sólo fuera porque el
conocimiento directo de la historia de la evolución y de la vida de un nuevo
arte, habría dado la clave de muchos secretos de las artes antiguas.
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